Escritos

ALMAS, CAMINOS, DESTINOS

A veces, las cosas malas que suceden en nuestras vidas nos dirigen a cosas increíbles. 

Aprendí a gatear y conseguir poco a poco pequeños logros. 
Aprendí a caminar y conseguir poco a poco llegar a mi destino.
Aprendí a correr y conseguir más rápido llegar a mi destino.

Al cabo de unos años llegué a una estación de tren. Subí a un tren, el cual creí que era el correcto para mí y cuando llegué al destino se acabó la relación. Era un billete de ida y vuelta. Decidí caminar por las vías del tren y seguir con mi vida, seguir mi intuición. De vez en cuando paraba para observar el paisaje y reflexionar sobre la vida. Había un huracán dentro de mí. A veces corría hasta agotar toda mi energía. Una vez más, observaba el paisaje durante horas, días y meses. Después de un tiempo encontré otra estación de tren, donde el destino parecía ser el correcto, pero me equivoqué, el billete era el mismo.

Aprendí que no hay que correr por alguien que no está dispuesto a caminar contigo.
Aprendí que no tienes que desperdiciar tu energía en alguien con quien tienes que desgastarte para recibir migajas de amor.
Aprendí que no hay que regalar nuestro tiempo a personas que no lo valoran.

Cansada de la situación, decidí dejar las vías del tren. Necesitaba olvidar ese pasado y quería conocer nuevos lugares. Decidí ir a la playa donde sentía una gran paz mental al escuchar el sonido de las olas del mar y las aves, tocar la arena, sentir el calor del sol y nadar en el agua cristalina. A veces subía a un que otro barco, pero volví a tierra firme. El mar tampoco estaba hecho para mí.

Aprendí que el silencio dice más que mil palabras. 
Aprendí que las palabras se las lleva el viento.
Aprendí que el mejor maestro es el tiempo, sin que hagas preguntas te da las mejores respuestas.
Aprendí que siempre sale el sol.

Decidí cambiar otra vez. Ya no quería caminar, correr o nadar para otros. Decidí cambiar de aires y fui al aeropuerto. Esta vez me tocaba volar, desplegar mis alas y ver el mundo y la vida desde otra altura y algún día subir al avión correcto. Decidí permanecer allí el tiempo que fuese necesario para sanar, conocerme más a mí misma y convertirme en un diamante.

Aprendí a regalar mi ausencia a quien no valora mi presencia.
Aprendí que mi paz mental es más importante que todo lo demás.
Aprendí que no se puede tener un arcoíris sin un poco de lluvia.
Aprendí a disfrutar de los pequeños momentos de la vida, me di cuenta que eran los más grandes.
Aprendí que de los errores se aprende.
Aprendí que yo no perdí a nadie, a mí me perdieron.

Escrito por guerreralider.com